Foto: Reuters

Cada día aparecen en los medios de comunicación preocupantes noticias sobre la situación de Ucrania en la que las protestas se han radicalizado y los manifestantes europeistas y los pro rusos mantienen un violento tira y afloja que en nada beneficia ni a unos ni a otros, todo lo contrario.

Durante el fin de semana pasado las manifestaciones se han apoderado de las calles de la ciudad de Kiev provocando serios daños. En una de estas violentas manifestaciones ha sido derribada una estatua de Lenin, un hecho cargado de simbolismo que los medios de comunicación en España han asociado a las imágenes mil veces repetidas durante la caída de regímenes como el de Irak, cuando miles de personas derribaron la estatua de Sadam Husein.

Es cierto que la situación de Ucrania nada tiene que ver con conflictos anteriores en los que hemos visto la retirada de las imágenes de mandatarios tiránicos pero a mí personalmente me ha llamado la atención que los medios comparen el derribo de la estatua de Lenin con las de Sadam, Gadafi o Mubarak como si esos actos fuesen propios del siglo XXI y más cuando en nuestro país sucedió algo muy similar a lo que está sucediendo en las calles de Kiev en 1931.

El 14 de abril de 1931 España bullía de emoción con la proclamación de la II República, los españoles, en su mayoría, aceptaron de buen grado este cambio de régimen. Ese mismo día miles y miles de personas salieron a las calles de Madrid para celebrar con júbilo el advenimiento de la República que traería por fin la modernidad a una oscura España anclada en el pasado. La pasión se apoderó de algunos incontrolados que, también de forma simbólica aunque nadie se diera cuenta de ello, provocaron graves daños a diversos monumentos de Madrid que representaban a regentes de varias épocas y no precisamente al recién expulsado rey Alfonso XIII.


Como aparece reflejado en esta página de la revista Mundo Gráfico de 1931, las estatuas de la reina Isabel II, algunas de los reyes godos de la Plaza de Oriente y la estatua ecuestre del rey Felipe III de la Plaza Mayor fueron salvajemente destrozadas. Es posible que estos actos no hicieron presagiar a nadie lo que se cernía sobre España en los años siguientes a la llegada de la República pero hoy, con la distancia del tiempo, sí que podríamos pensar que aquellos actos vandálicos fueron un horrible presagio de lo que ocurrió después.


Estas imágenes confirman que el derribo de símbolos no es nada nuevo, no se inventó en Irak, ni tampoco lo inventamos nosotros, ya en el Egipto faraónico eran muy aficionados a borrar todo vestigio de personajes molestos, o si no que le pregunten al pobre Akenatón.

Si bien es cierto que un personaje como Lenin no es el que más simpatías puede tener, sí sería buena idea aprovechar el hueco dejado por el ruso para poner una estatua a otro personaje, por ejemplo a Gandhi, con esta cita atribuida a él:


"Lo que se obtiene con violencia, solamente se puede mantener con violencia"

Dicho esto, sólo espero que las cosas en Ucrania cambien a mejor y que los medios de comunicación  españoles se den una vuelta por la hemeroteca de ven en cuando.