Esta mañana de domingo, en la Plaza Mayor se celebraba un festival de música popular, podríamos llamarlo de coros y danzas si no fuese por las reminiscencias que esta denominación tiene, así que lo llamaremos música popular.
Una vez más Madrid se convertía en lo que es, el espejo de todas las Españas, esta vez en el sentido musical.

Hemos podido ver vistosos trajes regionales y escuchar el sonido de castañuelas y jotas, una de ellas, no sé de qué agrupación y sin ánimo de ofender, realmente estridente y desafinada.

Curiosamente, la mayoría de la gente que asiste a estos eventos tiene una media de edad de cincuenta años o más, la gente joven no parece mostrar ningún interés por la música tradicional española. No pasa lo mismo con otras músicas populares de Europa, a esos conciertos sí que va mucha gente joven, incluso los hay que hacen gala de su gusto por la música folk. ¿Será por el término folk? igual si a la música popular española la denominamos folk la gente joven se muestre más receptiva ¡quién sabe! También es cierto que los españoles somos muy dados a lo exótico, despreciando lo nuestro en numerosas ocasiones. Hay quien se traga todo un recital de música ucraniana o búlgara pero ni se plantea ver un recital de jotas, tan nuestras y tan españolas.