Un 31 de mayo de hace 102 años, Madrid estaba engalanado, en los Jerónimos acababan de contraer matrimonio el rey Alfonso XIII con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg.
Después del enlace, la pareja real y la comitiva nupcial se puso rumbo al Palacio Real ante la expectación de los madrileños que se agolpaban en las calles para ver el paso del regio matrimonio.
Faltaban escasos minutos para las dos de la tarde cuando la comitiva real pasaba por el actual número 83 de la Calle Mayor, justo frente a lo que hoy es la Casa Ciriaco. Desde uno de los balcones del último piso, un joven lanzó un ramo de flores, un ramo demasiado pesado que ocultaba un arma mortífera, una bomba. El ramo rebotó en los cables del tranvía y se desvió de su objetivo, que no era otro que Alfonso XIII y su joven esposa.
Al tocar el suelo la bomba explotó matando casi en el acto 23 personas y provocando numerosos heridos debido a la gran concentración de personas que había en las calles.
Fue el primero de los grandes atentados que sufriría Madrid con gran cantidad de víctimas.
El autor de aquel atentado era el anarquista catalán Mateo Morral, que, después de atentar, salió corriendo del edificio y se mantuvo oculto varios días hasta que un día, acosado por el hambre, salió de su escondite y entró en una venta de Torrejón de Ardoz para comer. Su acento catalán, entre otros motivos, provocaron las sospechas de los que allí se encontraban, que conocían el perfil del que era el hombre más buscado de España, así que decidieron llamar a los guardias.
Un guardia fue a la venta e interrogó al sospechoso, al que intentó llevarse ante las autoridades. El anarquista al verse acosado, sacó una pistola que guardaba entre sus ropas y con la misma sangre fría de la que había hecho gala unos días antes, disparó contra el guardia matándole en el acto, unos minutos después Mateo Morral se suicidaría con su misma arma.
Un año después se levantó en el lugar del atentado, un hermoso monumento en memoria de las víctimas de aquel de aquel triste día.
El monumento realizado en mármol, constaba de tres columnas rematadas con una escultura de la Virgen. Aquel monumento fue destruido al poco de instaurarse la II República, tenía todas las papeletas para ser víctima del fanatismo político de la época, una representación religiosa en un monumento en honor a las víctimas de aquel triste día de enlace real.
El colmo del despropósito vino después, durante la Guerra Civil, cuando la calle Mayor cambió de nombre y se le puso Calle de Mateo Morral.
Hoy en aquel lugar se alza una triste escultura en bronce de un ángel que recuerda a los fallecidos de aquel día.
Todos los 31 de mayo, los dueños de Casa Ciriaco, depositan una corona de laurel en el actual monumento en memoria de aquellas víctimas, para muchos olvidadas, que murieron aquel triste día de primavera.