Una de las calles más literarias de Madrid es la calle de Álvarez Gato, conocida como el Callejón del Gato y por sus espejos cóncavos y convexos inmortalizados por Valle-Inclán en su obra Luces de Bohemia, publicada en 1920.
En este callejón, frente a los espejos, dos personajes de la obra Luces de Bohemia, Max Estrella, escritor bohemio y ciego, le dice a Don Latino, un viejo asmático, la famosa frase: "las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas".
En este lugar y con esta obra nace un género literario que sólo podía darse en España, el Esperpento, que se caracteriza por una deformación de la realidad en la que se mezcla la sátira, el humor y la tragedia.
Hoy el Callejón del Gato sigue siendo eso, un callejón, sigue en una zona repleta de tascas y bares y tiene sus espejos deformantes en el que todos alguna vez nos hemos mirado e incluso nos hemos retratado, como hice yo en la foto de esta entrada.
Pese a ello, la estética del callejón es muy diferente a la que debió conocer Valle-Inclán, que nunca imaginó, ni en el más esperpéntico de sus sueños o puede que sí, que aquellos espejos que deformaban la realidad fueron destrozados por unos vándalos en los años noventa, que los actuales están colocados hace poco y están protegidos para evitar nuevos actos vandálicos, ni que José, actual dueño del restaurante Las Bravas, es el se encarga de la conservación de estos espejos, como ya hicieron sus abuelos desde 1933.
Gracias a José hoy podemos pasar por el callejón, mirarnos en los espejos y contemplar nuestra imagen deformada, o tal vez no tan deformada, depende de los vinos que hayamos tomado en cualquiera de las muchas tascas que hay por la zona.