El convento de San Plácido es, posiblemente, el edificio religioso que más escándalos ha tenido de todo Madrid.
Dentro de sus gruesos muros, en lo que se supone que debía ser un lugar de paz y oración, se produjeron desde libidinosas visitas reales, “misteriosos” embarazos de las novicias o posesiones demoníacas que pusieron en jaque a la mismísima Inquisición.
Fue un 21 de noviembre de 1623, en la calle San Roque, cuando se puso la primera piedra del convento de la Encarnación Benita, que posteriormente fue conocido con el nombre de San Placido.
El convento no tardó mucho tiempo en ser ocupado, un año después, una treintena de mujeres ingresaban en él cumpliendo la regla de San Benito con todo rigor, una regla muy dura que posiblemente podría explicar muchas de las cosas que ocurrieron en este convento.
Corría el mes de septiembre de 1625 cuando una de las religiosas empezó a comportarse de una manera extraña. Su comportamiento dio un giro radical, se volvió muy agresiva, sufría desmayos, visiones, blasfemaba e incluso cometía actos sacrílegos.
El prior del convento, Fray Francisco García Calderón, examinó a la religiosa y sin dudarlo, afirmó rotundamente que la religiosa estaba poseída por Satanás.
Pocos meses después, como si de una epidemia se tratara, 25 de las 30 religiosas que habitaban el convento sufrieron el mismo comportamiento. Muchas de ellas afirmaban que el Demonio se les aparecía en sueños, algunas profetizan e incluso muchas de ellas hablan en nombre del maligno.
Llegó un momento en que la situación era insostenible en el convento, la mayor parte de las religiosas estaban histéricas, sufrían continuos trances, algunas se golpeaban contra las paredes y otras cometían actos sacrílegos.
Ante este panorama, ni que decir tiene que la dura regla de San Benito dejó de cumplirse, incluso la clausura. Para más inri, muchas de ellas tuvieron contactos libidinosos con el prior que, entre exorcismo y exorcismo…
Como era de esperar, este escándalo llegó a oídos del Santo Oficio que, sin perder tiempo, abrió un proceso inquisitorial que puso fin a tanto desmadre.
Finalmente, la Inquisición puso en duda la posesión diabólica de las religiosas, seguramente para evitar problemas mayores ya que había mucha gente importante relacionada con este convento.
El prior fue condenado a cadena perpetua por cometer actos pecaminosos con las religiosas, la priora fue desterrada y el resto de las monjas fueron repartidas por diferentes conventos.
Así se puso fin a uno de los muchos episodios escandalosos de este convento. Actualmente, el convento está habitado por religiosas que viven en paz y oración.
Nota: Las fotos en B/N no pertenecen a esta orden religiosa y han sido capturadas de Internet