Laura es una madrileña del norte de España que me envía un correo en el que me cuenta que pronto vivirá en la plaza de Santa Bárbara y quiere saber algo sobre los orígenes de este lugar.
Como hablar de los antecedentes históricos de una zona concreta puede resultar pesado y aburrido, creo que lo mejor es contar algo concreto y a ser posible tremebundo, que es lo que nos gusta a todos, así que hablaré de una de las más famosas y siniestras cárceles de Madrid, la cárcel de El Saladero, que estuvo ubicada en este mismo lugar.
Lo que hoy es la plaza de Santa Bárbara, a mediados del siglo XVIII era un arrabal, un lugar alejado del centro de Madrid. En 1768 se construyó una casona dedicada a la matanza de cerdos, que además se dedicaba a salar tocino, un alimento muy tradicional en la comida castellana.
Según las crónicas, era un edificio funcional y sencillo pero hermoso a la vez. Fue obra de Ventura Rodríguez y estaba situado justo frente al desaparecido convento de Santa Bárbara, destruido por las tropas de Napoleón.
A principios del siglo XIX, una epidemia de tifus se cebó con los presos de la Cárcel de la Corte, lo que hoy es el Ministerio de Asuntos Exteriores. Las autoridades, temiendo que la epidemia se extendiese por todo Madrid, decidieron trasladar a los presos a un lugar más alejado, ese lugar no era otro que el viejo saladero.
El Saladero, fue una de las cárceles más tétricas y fétidas de Madrid, pero también una de las que era más fácil escapar. Lógicamente este edificio no se había construido para ser una cárcel.
En 1831 empezaron a llegar los primeros presos, los que venían de la cárcel de la Corte y los que se sumaron por haber cometido algún delito. En las oscuras y pútridas celdas se juntaban los más variados delincuentes, asesinos, estafadores, falsificadores y otros, seguramente inocentes, víctimas de la funesta justicia de la época.
Esta cárcel tuvo como “inquilinos” a personajes muy conocidos y muy castizos, como el famoso bandolero Luis Candelas, uno de los que se fugó de esta cárcel, y el cura Merino, siniestro personaje que quiso matar a la reina Isabel II.
El Saladero dejó de ser una cárcel en 1884 y sus presos fueron trasladados a la Cárcel Modelo, en Moncloa.
Al año siguiente el Saladero fue derribado y en su solar fue edificado el palacio de la marquesa de Guevara, también desaparecido y hoy ocupado por un banco.
Esta es una de las muchas historias que guarda este lugar y que espero que sea del interés de Laura y de todos vosotros.
Buena semana