Las obras del metro comenzaron el 10 de julio de 1917 con un capital inicial de 10 millones de pesetas, un verdadero dineral para aquella época. Los encargados de su construcción prometieron que en octubre de 1919 el metro quedaría inaugurado, algo que nadie creía por la magnitud de la obra. Hubo numerosos problemas durante su construcción, especialmente en la estación de Sol, debido a que a los 10 metros de profundidad, apareció una capa de agua y para colmo, se toparon con diversas canalizaciones que tuvieron que modificar, entre ellas la principal red de abastecimiento de agua del Canal de Isabel II. Salvados todos los problemas y tal como se habían comprometido, en octubre de 1919 el metro se ponía en marcha por primera vez en España.
El 17 de octubre de 1919, a las tres y media de la tarde, hizo acto de presencia el rey Alfonso XIII, junto algunos miembros de su familia, en la estación de Cuatro Caminos. Una vez dentro del metro, con la solemnidad de antaño, los encargados de las obras, le informaron del funcionamiento del metro. Tampoco faltó el obispo de Madrid-Alcalá, que bendijo la vía y los coches del metropolitano o tranvía subterráneo, como lo llamaban algunos.
Después de recorrer las ocho estaciones que comprendía la línea de metro, el rey llegó a la Puerta del Sol que se encontraba abarrotada de gente que no quería perderse este momento histórico. Allí el rey descubrió una placa de mármol que rezaba así.
“Sus majestades los Reyes Don Alfonso y doña Victoria Eugenia inauguraron la línea de Cuatro Caminos a Puerta del Sol el día 17 de octubre de 1919”
Alfonso XIII no se caracterizaba precisamente por su gracia y por su salero, así que imagino que con la misma sosería con la que debió descubrir la placa, volvió a meterse en el metro para hacer el viaje de vuelta, esta vez sin hacer paradas intermedias y, en sólo ocho minutos, volvió a la estación de Cuatro Caminos.
El fin de fiesta fue en la misma estación, allí, en uno de los andenes, se sirvió un lunch y entre elogios, grandilocuentes discursos y, supongo que mucho peloteo, se dieron por finalizadas las obras. El público no pudo utilizar el metro hasta pasados unos días.
Al final, todo el mundo quedó encantado con el metro y, ayer, igual que hoy, el suburbano madrileño fue motivo de orgullo.
Hoy, esta misma línea sigue en funcionamiento, su aspecto poco o nada recuerda a su estado primigenio pero, todavía queda una estación en la que te puedes hacer una idea de cómo era el metro en aquellos años. Se trata de la estación de Chamberí, conocida popularmente como la estación fantasma y que hoy es una especie de museo llamado Andén 0, que merece la pena visitar.
Fotos B/N proceden de diversas revistas de la época.
Datos de kilómetros y estaciones actuales tomados de la web de metro de Madrid