Desde la Edad Media, e incluso antes, la región de Madrid ha sido tierra de paso para las diferentes culturas que han pasado por España, su situación estratégica, en medio de la península ibérica, ha hecho que también sea tierra de paso para migración de norte a sur y de sur a norte del ganado, especialmente ovino, en lo que se denomina como la Trashumancia, una migración que dejó de ser productiva ya en el siglo pasado y que hoy, con las modernas técnicas de ganadería ha dejado de existir. Sin embargo, la importancia histórica y cultural de estas rutas para la migración del ganado queda reflejada en la inmensa red de vías pecuarias que se extienden por todo el país y muy especialmente las Cañadas Reales.
Por la región de Madrid pasan cuatro de las diez cañadas reales que cruzan España, una de ellas por el mismo centro de la capital, se trata de la Cañada Real Galiana que pasa por lugares tan emblemáticos como la calle de Atocha, la Puerta del Sol o la calle de Alcalá. Por estas mismas calles, desde hace veinte años, diversas asociaciones culturales y ganaderas, organizan una fiesta reivindicativa conocida como la Fiesta de la Trashumancia que se organiza en el mes de octubre y que, por un día, Madrid recupera su esencia de pueblo castellano gracias a la invasión de cientos de ovejas merinas para sorpresa de propios y extraños. La aparición de las ovejas en pleno centro de la ciudad es uno de los espectáculos más curiosos y provoca todo tipo de reacciones, especialmente en algunos niños, pequeños urbanitas que no han visto una oveja en su vida.
Pese al carácter festivo de este evento, la Fiesta de la Trashumancia es también un acto reivindicativo que sirve no sólo para recordar la importancia histórica de las cañadas reales y vías pecuarias, también para recordar a las administraciones su deber de proteger y conservar estas rutas de extrema importancia para la cultura y el medio ambiente. Por este motivo el tema central de este número lo hemos dedicado a este arte ancestral que es la Trashumancia.