Hoy es 15 de agosto, día de la Virgen de la Paloma, uno de los días más señalados del calendario festivo madrileño, es día de verbena, sangría, chotis y procesiones.
La virgen de la Paloma es una de las imágenes más veneradas de Madrid, la historia de este cuadro la puedes leer aquí.
Todos los días 15 de agosto, este pesadísimo cuadro de casi 100 kilos con la imagen de la Virgen es bajado del altar mayor por el Cuerpo de Bomberos de Madrid, para después colocar el cuadro en un paso, para los que no sois españoles, un paso es algo similar a una carroza, que después recorrerá las calles de Madrid.
Hoy he estado, por primera y última vez en mi vida en este acto de la bajada del cuadro, esta es una breve crónica de lo que he visto allí.
A primera hora de la mañana ya había casetas de churros y de fritanga por las engalanadas calles de los alrededores a la Iglesia de La Paloma.
El olor a gallinejas fritas a primera hora de la mañana, recién desayunado no es de lo más agradable pero, en cualquier caso, este olor siempre está relacionado a las fiestas.
Os podéis hacer una idea del aire que se respiraba allí observando la foto de abajo.
Es la fachada de la iglesia, esa neblina no es producto de un milagro, es simplemente el producto de los kilos y kilos de productos de casquería y churros que estaban friéndose.
En el interior de la iglesia, durante toda la mañana se han celebrado muchas misas, no pude contarlas pero era una especie de misas non-stop.
Mientras se celebraban las misas, en el exterior se daban los últimos toques al paso que durante esta tarde recorrerá las calles de Madrid con la imagen de La Paloma.
Poco a poco iban acudiendo más y más gente a la iglesia, no sin antes hacer una ofrenda floral a la Virgen.
A eso de las dos de la tarde los bomberos bajaron el cuadro, los asistentes al acto dieron vivas a la Virgen y entonaron cánticos religiosos.
En el exterior, los menos devotos se agolpaban en las casetas y en los bares para comer y beber bajo los vistosos balcones que lucían engalanados para la fiesta.
Como decía al principio de esta entrada, es la primera y última vez que voy a este evento ¿por qué? pues porque por la televisión local, Telemadrid, se puede ver este acto tranquilamente en casa sin necesidad de padecer a los temibles jubilados.
Los jubilados son de otra raza, tras ese aspecto débil y frágil, hay unos seres indestructibles, que aguantan frío, calor y lo que les echen sin problemas, siempre dispuestos a colarse, a venir los últimos y ponerse los primeros, todo por esa Ley no escrita del respeto a la cana.
La única manera de quitarte unos cuantos jubilados de encima es señalando a un punto lejano y decir bien alto: ¡mirad allí dan cosas gratis! en ese momento desaparecerán unos cuantos pero volverán muchos más para ocupar el espacio que dejaron los anteriores.
Resumiendo, que no pienso hacer ningún otro Matripress de cualquier evento en el que la media de edad de los asistentes supere los 60 años, antes prefiero ser atacado por varios enjambres de avispas africanas.