En plena Gran Vía, en los bajos del Edificio Carrión, se encuentra uno de los cines más antiguos que todavía siguen en activo, se trata del Cine Capitol.
La entrada de este emblemático lugar siempre ha llamado la atención del que pasa por su lado por su espectacular y elegante diseño, aunque en el pasado, allá por los 80 y 90 también llamaba la atención por los magníficos carteles de las películas que se proyectaban, cuando estos eran pintados a brocha por artistas.
La entrada de este emblemático lugar siempre ha llamado la atención del que pasa por su lado por su espectacular y elegante diseño, aunque en el pasado, allá por los 80 y 90 también llamaba la atención por los magníficos carteles de las películas que se proyectaban, cuando estos eran pintados a brocha por artistas.
Foto de la entrada del Cine Capitol durante la Guerra Civil
Autor: Desconocido
En las últimas décadas hemos visto como los cines de la Gran Vía fueron desapareciendo y los que aguantaron, fueron perdiendo aquellos magníficos carteles artesanales para dar paso, primero a imágenes fotográficas y después, paneles luminosos donde aparecen los carteles y los trailers de las películas alternados con anuncios comerciales.
El primer cine que colocó una de estas grandes pantallas fue el Cine Callao, después le siguió el cine del Palacio de la Prensa y uno de los últimos en sumarse a esta moderna y rentable instalación de paneles luminosos fue el Cine Capitol, primero instalando tres grandes pantallas donde, entre otras cosas, emitieron en directo la coronación de Felipe VI hace poco más de un año.
Hace unos días pasaba con el coche por la Gran Vía y me percaté de algo de lo que no me había dado cuenta hasta ese momento, ¡los preciosos neones de la entrada del cine habían desaparecido!
Como se puede apreciar en la foto, los maravillosos neones y el nombre del cine, con su preciosa tipografía, han sido sustituidos por una especie de faldón luminoso. ¿Cuándo ha ocurrido esto y por qué?
Sé que los tiempos cambian y que los formatos para los reclamos publicitarios se modernizan, como todo en esta vida pero, en mi opinión, es un crimen sentimental y estético acabar con aquellos preciosos neones que formaban parte del patrimonio luminoso de Madrid y, obviamente, también de nuestras vidas.