Hace mucho tiempo que no subo un post de la serie: “Ayer y hoy” que, dicho sea de paso, comencé con este tipo de montajes allá por el año 2007, no digo másss...
Para no perder las buenas costumbres, vuelvo con una imagen de ayer, realizada por el gran Santos Yubero, junto a otra menos llamativa tomada en el mismo sitio procedente de una captura de Street View de Google. En esta ocasión, la imagen corresponde al mítico Café Pombo, que se ubicaba en el número 4 de la calle Carretas.
El origen de este emblemático lugar se remonta a finales del siglo XVIII, cuando un hombre procedente de Santander, instala una botillería que más tarde se convertiría en el famoso café. Hay que recordar que las botillerías de Madrid fueron una especie de bares muy populares que, con el tiempo, se fueron transformando en cafés, como el caso del Café Pombo.
A principios del siglo XX este lugar se convirtió en uno de los míticos cafés de tertulia de Madrid. Por allí pasaron todo tipo de personalidades, entre ellos Ramón Gómez de la Serna, quien hizo de este lugar su “Sagrada Cripta” como él lo denominaba.
El Café Pombo y sus tertulias fueron singulares sobre todo por lo heterogéneo de los tertulianos, nada que ver con los tertulianos de hoy en día que parecen habitar en todas las radios y televisiones del país y que, en muchos casos, son como el Maestro Liendre, que de todo saben y de nada entienden. En este lugar no había cabida para tertulianos de medio pelo, sólo la crème de la crème de la intelectualidad tenía cabida en sus famosas tertulias. Se podría decir, sin lugar a dudas, que el Pombo fue uno de los epicentros de las vanguardias en España, un lugar donde los poetas, escritores, artistas y bohemios se reunían los sábados por la noche para hablar de todo, excepto de política, toros y fútbol.
El ocaso de las tertulias del Pombo se inicia con el estallido de la Guerra Civil, cuando Gómez de la Serna se ve obligado a huir a la Argentina. Con su desaparición, el café nunca más volvió a ser el mismo y las tertulias dejaron de ser, por razones obvias, la ventana al mundo y a la modernidad. Desde entonces el café perdió su espíritu y entró en decadencia.
El Café Pombo cerró sus puertas definitivamente el 8 de septiembre de 1950 y todos los enseres, como las mesas de mármol, las banquetas de terciopelo o los divanes de peluche rojo fueron vendidos en almonedas. Para mayor desgracia, el viejo edificio que ocupaba el café fue demolido y en su lugar se levantó una espantosa mole que hoy alberga el Registro Auxiliar de la Consejería de Presidencia, Justicia y Portavocía del Gobierno.
Pese a todo, el recuerdo del Pombo se mantiene en la memoria colectiva y en algunos objetos diseminados por Madrid que pueden hacer las delicias de los más fetichistas, como una de las mesas del café, que se encuentra en el Museo del Romanticismo o el lienzo que presidía todas las tertulias titulado, como no podía ser de otra manera, La tertulia del Café de Pombo, un óleo sobre lienzo pintado por José Gutiérrez Solana en 1920 que se encuentra en el Museo Nacional de Arte Reina Sofía y que, hace unos años, tras su restauración, se descubrió que esta pintura está realizada sobre otra de temática religiosa, concretamente una cripta, que en nada se parece a la “sagrada” cripta a la que se refería el gran Gómez de la Serna.
Fuentes: Museo del Romanticismo