En la avenida de Felipe II, en la plaza de Dalí y a unos pocos pasos del monumento a Newton, podemos encontrar uno de los “monumentos” más extraños y, a mi juicio, más absurdos, de todo Madrid, se trata del Olivo de Bronce.
Se trata de un vaciado en bronce de un olivo centenario, obra del artista catalán Francesc Torres Monsó, autor de otras piezas que se encuentran en la misma plaza, como las losas fosilizadas.
Se supone que el motivo de “plantar” el olivo y otros ornamentos en esta plaza, era para “dotar de valor artístico al conjunto”. Parece ser que al Ayuntamiento no le bastaba con la obra y el diseño de Dalí, es lo que pasa cuando las autoridades se creen omnipotentes y poseedoras de un sentido artístico superior al del resto de los mortales.
Mucha gente no sabe que este olivo es una fuente, de sus ramas debería salir un hilillo de agua que se deslizaría por el tronco. Digo debería porque nunca he visto que saliese agua del olivo. Hay quien afirma que sí que sale agua, como ya he dicho, nunca he visto agua en su tronco. Si saliese agua el olivo, al ser de bronce tendría un color verdoso no el color negro que tiene actualmente.
El olivo también es conocido por el “árbol zombie” y normalmente es el punto de encuentro de la gente que acude disfrazada de muerto viviente en las ya tradicionales marchas del Orgullo Zombie.
Hace 1 semana