En un día como hoy, festividad de Todos los Santos, nada mejor que una historia de misterio, brujería y muerte.
A pocos kilómetros de la ciudad de Madrid se encuentra Cadalso de los Vidrios, allí tenía su residencia de verano una de las personas más influyentes y poderosas de Castilla en el siglo XV, Don Álvaro de Luna, el Condestable de Castilla.
La época que le tocó vivir fue de todo menos aburrida, España estaba dividida en varios reinos, Cristóbal Colón todavía no había descubierto América y los conflictos entre cristianos, judíos y musulmanes eran constantes, por no hablar de las intrigas, rencillas y ansias de poder entre la nobleza castellana y aragonesa. Don Álvaro de Luna supo sacar provecho de todo lo que se le ponía por delante y rápidamente su poder en Castilla se hacía más y más grande, al amparo del rey Juan II.
Cuenta la leyenda, mejor dicho, las leyendas, porque hay varias versiones, que Álvaro de Luna supo cual sería su fin.
Una de esas leyendas se desarrolla en un paraje cercano a su palacio en Cadalso de los Vidrios. Don Álvaro paseaba junto a su esposa tranquilamente cuando se toparon con un grupo de trashumantes, una de las mujeres del grupo se acercó a él y sin mediar palabra le tomó la mano y se dispuso a echarle la buenaventura, como tradicionalmente hacen las gitanas. La mujer miró con asombro y le dijo que “la raya de la muerte estaba muy marcada” seguidamente, le miró a los ojos y le dijo: “moriréis en cadalso”.
El Condestable de Castilla no llegó a creerse el augurio de aquella mujer, precisamente, su palacio de Cadalso era una de sus posesiones más queridas pero, por superstición o no, decidió que nunca más volvería a este lugar.
Unos años más tarde, la vida de Don Álvaro de Luna daría un cambio radical. La reina Isabel de Portugal, esposa del rey Juan II, del que recibió tantos favores, se puso en contra del condestable y movió todos los hilos necesarios para que Álvaro de Luna fuese liquidado.
El que fue uno de los hombres más poderosos de Castilla fue acusado en un absurdo juicio de hechicería, crímenes y de haber logrado los favores del rey por maleficios, sortilegios y prácticas oscuras. Eso le valió para que un tres de junio de 1453 fuese ejecutado en Valladolid, en un cadalso instalado en la Plaza Mayor, cumpliéndose de esta manera el vaticinio de aquella mujer trashumante.
Fuente: Pueblos con leyenda de la Comunidad de Madrid
Imágenes: Álvaro de Luna en el retablo de Sanco de Zamora de la capilla de Santiago en la Catedral de Toledo y Entierro de don Álvaro de Luna" (Cano, 1858)