La fuente de la diosa Cibeles es la fuente más famosa de Madrid, desde 1782 está ahí viendo pasar la Historia, sin rechistar, tan seria y atenta a todo lo que sucede a su alrededor. Pero en la fuente hay otros dos personajes menos conocidos, son los leones que tiran de su carroza, estos leones se llaman Hipómenes y Atalanta, no siempre fueron leones, antes de serlo eran dos enamorados que fueron castigados convirtiéndoles en leones, los dioses son así, cuando se enfadan tienen muy malas pulgas.
Atalanta era una joven hermosa y excelente cazadora, que recién nacida fue abandonada en el bosque, allí una osa, enviada por la diosa Artemisa, se encontró con la pequeña Atalanta y la crió como si fuese una de sus crías, hasta que un día unos cazadores la encontraron y la llevaron con ellos.
Pasó el tiempo y la pequeña Atalanta se convirtió en una joven hermosa, ágil y valiente. Una vez se enfrentó a dos centauros que quisieron violarla y ella sola les dio muerte con sus flechas.
Atalanta decidió no casarse nunca y mantenerse virgen para así poder consagrar su vida a la diosa que idolatraba, Artemisa, la diosa de la caza, la diosa Diana de los romanos.
Al padre de Atalanta no le hacía mucha gracia la idea de su hija adoptiva, estaba harto de ver como todos los días aparecían pretendientes para su hija y ella los rechazaba a todos. Un buen día negociaron este asunto y Atalanta aceptó el trato, que consistía en echar una carrera con sus pretendientes, si ella ganaba se saldría con la suya pero si perdía debería casarse con el ganador de la carrera. Ella estaba convencida de que ganaría a todos, era una mujer atlética que corría como los gamos y no tenía rival en toda Grecia.
Un joven llamado Hipómeles llevaba tiempo rondando a Atalanta, estaba enamorado de ella y ni corto ni perezoso acepto el reto de correr con ella en aquella carrera, pese a que sabía que perdería, así que para asegurarse la victoria decidió hacer trampa, se fue al templo de Afrodita, la diosa del amor, e hizo un pacto con ella para que le echara una mano en la carrera. Afrodita le dio tres manzanas de oro del jardín de las Hespérides para que Hipómenes las dejase caer durante la carrera y que Atalanta se entretuviese con ellas por el camino.
El plan funcionó a la perfección, Atalanta fascinada por las manzanas de oro perdió la carrera e Hipómenes fue el vencedor de la carrera, ¡por fin Atalanta sería su esposa!
Hipómenes y Atalanta de Guido Reni (Museo del Prado)
Hipómenes y Atalanta fueron felices por poco tiempo, la diosa Afrodita enfadada porque Hipómenes no le dio las gracias por su ayuda, ya se sabe que es de bien nacido ser agradecido, pues ella, irritada, produjo a la joven pareja grandes ardores sexuales, con tan mala suerte que Hipómenes y Atalanta se encontraban en uno de los santuarios de Zeus, precisamente junto a un templo dedicado a Cibeles. Hipómenes y Atalanta no pudieron esperar y ardiendo por la pasión hicieron el amor en ese sagrado lugar. Zeus, que como todos los dioses todo lo ve, montó en cólera y como castigo transformó a la joven pareja en leones para que tiraran del carro de Cibeles y ahí están los pobres desde entonces.