Madrid no es una ciudad con un clima extremo, cierto es que en enero hace mucho frío y en agosto la ciudad es realmente tórrida, pero salvo esos dos meses, el clima es relativamente benigno y fácilmente soportable, tanto para frioleros como para calurosos.
Afortunadamente, Madrid tampoco sufre desastres por culpa de fenómenos meteorológicos extremos, es muy raro que padezcamos inundaciones, huracanes o tornados pero podría darse el caso.

Un primaveral día como hoy, un 12 de mayo de 1886, los cielos de Madrid amanecieron despejados. A medida que avanzaba el día, los cielos se fueron cubriendo de nubes. Ya por la tarde empezaron a formarse los típicos cúmulos de tormenta, que no tardó en llegar, llovió e incluso granizó. Era el típico día de primavera, nada hacía presagiar lo que horas más tarde se convertiría en un desastre del que no había constancia en Madrid y que nunca más se volvió a repetir.

A las siete menos diez minutos de la tarde, en Carabanchel Alto se formó un potente tornado que se pasó por el Puente de Toledo, Paseo Imperial, Paseo de Yeserías, Acacias, Atocha, Jardín Botánico hasta llegar a Chamartín, donde quedó reducido a un cúmulo de nubes tormentosas.
El paso de este tornado, desconocido hasta entonces en nuestra latitud, derribó numerosos árboles, chimeneas y muchos tejados quedaron dañados, pero esto fue sólo el principio.

Todavía los madrileños no se habían recuperado del susto cuando a las siete y un minuto, un inmenso tornado, acompañado de otros pequeños tornados, arrasaron todo lo que encontraron en su camino provocando numerosísimas muertes de las que no se pudo hacer un balance exacto.
Este último tornado recorrió 14 kilómetros, empezó en Carabanchel y terminó en Puente de Toledo, fue un corto recorrido pero el radio de destrucción fue mucho más amplio debido a los pequeños tornados que acompañaban al big one de los tornados madrileños.

Después del paso de los tornados los rayos iluminaron el cielo de Madrid en una espectacular tormenta, que poco a poco amainó y todo volvió a la normalidad. Al día siguiente el panorama era desolador, cientos de árboles, muchos de ellos de gran porte, como uno que había junto a la fuente de Neptuno, estaban arrancados de cuajo, infinidad de tejados destruidos, incluso las cruces de hierro que coronaban varias iglesias, estaban dobladas indicando la dirección del viento.
Lo más dramático fue la gran cantidad de personas que perdieron la vida en aquel día que se suponía iba ser un típico día primaveral como el de hoy.

Esta es la única vez que un tornado arrasó Madrid y espero que sea la última.

Imagen y fuente: La Ilustración Española y Americana 23/mayo/1886