Este mediodía, al salir del trabajo he visto una inmensa humareda en las nuevas pistas del aeropuerto de Barajas. Parecía que era un incendio de pastos pero el color del humo, los helicópteros y los coches de policía y bomberos que pasaban a toda velocidad por la carretera de Paracuellos de Jarama me hicieron sospechar lo peor.

Al llegar a casa y poner las noticias me he enterado que aquella humareda no era producto de un incendio de pastos, era un terrible accidente aéreo.
Un avión de Spanair con 164 pasajeros con destino a Gran Canaria se estrelló a los pocos minutos del despegue. Mientras escribo esto los medios hablan de 50 muertos y centenares de heridos.

Este tipo de accidentes, pese a que ocurren en contadas ocasiones, nos dejan a todos sumamente impresionados, más que el continuo goteo de los accidentes de tráfico, puede que sea porque el cielo no es nuestro medio natural.

Sea lo que sea, Dios quiera que no tengamos que vivir una situación similar y que Dios de fuerzas a los familiares y amigos de las víctimas para poder soportar esta dolorosa pérdida.

Desde aquí quiero dar mi más sentido pésame a los familiares y amigos de las personas fallecidas en este terrible accidente, ojalá la cifras de fallecidos no sigan aumentando.