
Muchas son las vidas que se han salvado gracias a la penicilina pero, si hay un colectivo que puede estarle agradecido ese es sin duda el de los toreros.
Antes del descubrimiento de la penicilina, los toreros que eran corneados por los toros se enfrentaban a algo más temible que un toro, las infecciones. Con el descubrimiento de la penicilina las posibilidades de sobrevivir a las infecciones aumentaron considerablemente.
Fleming nunca olvidó la calurosa acogida que tuvo en España, en numerosas ocasiones el científico habló de ello, recordando especialmente su paso por Madrid.
La ciudad cuenta con una avenida que lleva su nombre y un pintoresco monumento que se encuentra en las inmediaciones de la plaza de toros de Las Ventas.

La Junta de Gobierno de la Asociación Benéfica de Auxilios de Toreros fue la encargada de promover este monumento en 1963, inaugurándose un año más tarde.
Unos años más tarde, en 1994 la plaza de Las Ventas fue remodelada y el monumento trasladado a la ubicación actual.
Son muchos los turistas se hacen fotos junto al torero, abrazados a él, haciendo de toro o incluso agarrándole del trasero de manera indecorosa, ignorando al verdadero protagonista del monumento, el Dr. Fleming.