En los años cincuenta, la escultora estadounidense Anna Hyatt Huntington, esposa de Archer Milton Huntington, fundador de la Hispanic Society of America, realizó una escultura que quiso que fuera un homenaje a la herencia de la civilización occidental.
Una vez realizada, fue fundida en aluminio y tuvo la deferencia de donarla a la Villa de Madrid.
En 1955 fue colocada en la Ciudad Universitaria, frente a la Facultad de Medicina, un lugar que se supone que es el más apropiado por ser uno de los templos del saber.
La obra es un conjunto escultórico en el que un hombre moribundo entrega una antorcha, símbolo del conocimiento, a un joven que, a lomos de su caballo, recoge el testigo para difundir en el tiempo el legado cultural de Occidente.
Lo que nunca debió imaginar la pobre Anna, es que en 2009, su obra escultórica estaría en un estado lamentable, como se puede ver en la foto.
Una vez realizada, fue fundida en aluminio y tuvo la deferencia de donarla a la Villa de Madrid.
En 1955 fue colocada en la Ciudad Universitaria, frente a la Facultad de Medicina, un lugar que se supone que es el más apropiado por ser uno de los templos del saber.
La obra es un conjunto escultórico en el que un hombre moribundo entrega una antorcha, símbolo del conocimiento, a un joven que, a lomos de su caballo, recoge el testigo para difundir en el tiempo el legado cultural de Occidente.
Lo que nunca debió imaginar la pobre Anna, es que en 2009, su obra escultórica estaría en un estado lamentable, como se puede ver en la foto.
Supongo que alguno habrá que piense que no es bueno generalizar y que este vandalismo es obra de unos pocos pero, para mí eso no es excusa. Es posible que la pésima educación de una minoría ponga en ridículo a todos pero, lo que se ve es lo que hay.
Por poner un ejemplo, ¡la propia entrada! de la facultad de Ciencias de la Información, que es la más guarra de todas, siempre está hecha un estercolero, llena de papeles y envases de refrescos por el suelo, supongo que es porque los estudiantes están tan concentrados en los estudios que no ven las papeleras que tienen a su alrededor. Además de la basura, las pintadas guarrean las paredes de la propia universidad, el mobiliario urbano y lo más sangrante, en los monumentos.
Parece ser que esta es la verdadera herencia de la civilización, pero la de los puercos.