En verano en muchas localidades de España hay festejos en los que, muy a mi pesar, los toros son los protagonistas. La Comunidad de Madrid tampoco se libra de esta práctica que, a mi juicio, no tiene nada de diversión y sí mucho de crueldad. 

Buscando información en la hemeroteca he encontrado una noticia terrible, no solo por la crueldad, también por la triste forma en la que se desarrollaron los hechos, algo que me ha dejado abochornado y triste, se trata de la lucha entre un elefante llamado Nerón y un toro llamado Sombrerito ocurrida en Madrid en 1898.

En febrero de 1898 por todo Madrid aparecieron carteles que anunciaban una extraña corrida de toros en la que el plato fuerte era la lucha entre un elefante y un toro. Con esta exótica “atracción” el propietario de la plaza logró un lleno absoluto. A las tres de la tarde dio comienzo la corrida, primero se lidiaron tres toros, después vendría el “plato fuerte” el elefante Nerón. La lucha entre el elefante y el toro tenía un tiempo limitado de 15 minutos, después, se lidiaría el último toro.

Según las crónicas, la corrida pasó sin pena ni gloria, posiblemente porque la gente esperaba ansiosa la aparición del elefante. Fue a eso de las cuatro y cuarto de la tarde cuando hizo su aparición en el ruedo Nerón, una pobre cría de elefante asiático que no tenía ni colmillos, acompañado por tres empleados de la plaza que llevaban una cadena con la que atarían al elefante a un mástil de madera situado en el centro de la plaza.

En un artículo publicado en La Vanguardia, hablan de la mansedumbre del elefante que, como un cordero, se dejó atar al poste, imagino que totalmente ajeno a la canallada a la que sería sometido. Por si esto no fuera suficientemente triste, la crónica de La Vanguardia relata que el elefante “no quiso quedarse solo en medio de la plaza” y que el animal se soltó para ir en busca de los empleados “no paró hasta que los encontró”.

El macabro espectáculo no se detuvo por este incidente, le ataron nuevamente y para evitar otra fuga soltaron inmediatamente a Sombrerito, un toro “retinto bien armado”. Para el júbilo de los asistentes a tan bochornoso espectáculo el toro hizo lo propio y le propinó “una embestida que hizo que Nerón rompiese la cadena”. El elefante se puso a dar vueltas por la plaza mirando al personal, quién sabe si buscando la piedad de la que carecían los allí presentes que, para más inri, comenzaron a lanzarle naranjas, parece ser que a modo de protesta por su mansedumbre. Una vez más, Sombrerito volvió a cornear al pobre elefante que estaba distraído comiéndose unas naranjas que le habían lanzado. En ese momento unos diestros intentaron provocar con el capote al toro y al elefante pero los animales, que eran los menos animales de la plaza, decidieron no luchar.

Cinco minutos después, algún animal de dos patas tuvo la ocurrencia de sacar otro toro para ver si así se lograba calmar a un público sediento de de sangre. Un nuevo toro salió y al ver al pobre Nerón soltar un bufido se asustó y decidió no atacar. El enfado del público iba en aumento así que finalmente decidieron retirar a los animales del ruedo, pero los pitos y abucheos del “respetable”, además de la monumental bronca, provocaron que Nerón tuviese que salir nuevamente a la plaza a luchar con otro toro. Esta vez el toro sí atacó al elefante violentamente, derribándole y corneándole dos veces. Nerón, aterrorizado, se levantó del suelo y cojeando se puso a buscar desesperadamente una salida pero, en ese momento, el toro volvió a cornearle hasta que, finalmente el pobre elefante pudo escapar de la plaza. En ese momento el presidente de la plaza dio por finalizado el acto y el público acabó dando palmas al toro que por fin había hecho lo que tanto deseaban ver, sangre.

Seguramente te estarás preguntando qué fue de Nerón, pues parece ser que sólo tuvo heridas leves y se recuperó favorablemente de este triste y bochornoso espectáculo.

En la actualidad este tipo de bárbaros "espectáculos" no suceden y a los elefantes no se les hace daño... bueno, ningún español de bien les hace daño.


Foto: Blog Salmonetes ya no nos quedan