Foto: Ministerio de Cultura

El Museo Nacional de Etnología y Antropología es un bello edificio situado frente a la estación de Atocha, fue inaugurado en 1875 por el rey Alfonso XII
La creación de este museo es obra del Dr. Pedro González Velasco, catedrático de anatomía de la Escuela de Medicina de San Carlos. Era, además, un coleccionista incansable, muchas de las piezas del museo pertenecen a la colección del Dr. Velasco.
El museo custodia diversas piezas de gran valor etnológico de los cinco continentes, así como momias, cabezas reducidas por jíbaros, el esqueleto de un gigante, pero además, guarda entre sus muros una macabra historia relacionada con una joven llamada Conchita, hija del Dr. Velasco.

Conchita era una joven delicada y enfermiza que, a los quince años contrajo unas fiebres tifoideas, el Dr. Velasco solicitó la ayuda de unos colegas doctores que le recomendaron reposo y una dieta saludable a la joven Conchita como tratamiento a las fiebres.
El Dr. Velasco, desconfiando de sus colegas se negó a dar a la pequeña el tratamiento que recomendaron, y angustiado al ver a su hija consumida por las fiebres preparó un remedio a base de vomitivos y purgantes, pese a que sus colegas médicos se mostraron totalmente en contra de ese remedio. El erróneo tratamiento del Dr. Velasco a las fiebres no sólo no curaron a la pequeña, aumentaron su sufrimiento y la pobre Conchita murió.

La muerte de Conchita hizo enloquecer al Dr. Velasco, no podía soportar el dolor por la pérdida de su adorada hija y se culpaba de su muerte. El Dr. Velasco se encerró en el museo, que en aquellos días era su casa y desde ese día comenzó su particular calvario.

No podía imaginar la vida sin tener cerca a su querida hija, así que, gracias a su profesión, el Dr. Velasco pudo obtener un permiso especial para conservar en su casa el cadáver de Conchita y así poder tenerla cerca de él.
Él mismo embalsamó a la pequeña Conchita y como mortaja le puso un vestido de novia.

Se cuenta que el Dr. Velasco tenía a su hija momificada en una vitrina, que la sentaba en la mesa para cenar e incluso le acompaña a la ópera oculta en un carruaje. El extraño comportamiento del Dr. Velasco y los comentarios del servicio del hogar provocaron que los corrillos y las habladurías se extendieran por todo Madrid. A medida que esta historia se difundía por Madrid, se hacía más truculenta y macabra.

Llegó un momento en que la situación era ya insostenible para el Dr. Velasco, todo Madrid hablaba de él, de su locura, de su obsesión que había convertido su casa en una especie de santuario dedicado a su difunta hija, llegó incluso a poner retratos de Conchita por todas las estancias de la casa.
Finalmente, para descanso de la esposa del Dr Velasco que asistía horrorizada a este macabro espectáculo, decidieron poner fin a esta pesadilla y dieron cristiana sepultura a Conchita, fue en el patio central del actual museo.

Años después, el Dr. Velasco falleció, fue embalsamado y enterrado junto al cadáver momificado de su hija. Pasaron unos años y la esposa del Dr. Velasco ordenó la exhumación del cuerpo de Conchita para depositarlo en una nueva sepultura en el cementerio de San Isidro pero el Dr. Velasco siguió enterrado en el museo hasta mediados del siglo pasado, momento en el que se hacían unas reformas en el museo y aprovecharon para trasladar los restos del Dr. Velasco junto a los de su esposa.

Pero la rocambolesca historia de Conchita no acaba aquí, por razones desconocidas, el supuesto cuerpo momificado de conchita, se encuentra en una de las aulas-museo del Departamento de Anatomía de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid.

Una curiosa historia que bien podría ser llevada al cine.

Enlace relacionado