Aprendiz de río

Por EMNM | 1/03/2008 |

París tiene su romántico Sena, Roma su histórico Tiber, Londres su frío y misterioso Támesis, Madrid... sí, Madrid tiene también su río, el Manzanares. Lo que caracteriza al río Manzanares es algo que le hace único en el mundo, y no es otra cosa que el cachondeo que provoca a todo el que lo ve, posiblemente se trate del río que más burlas y risas provoca.
La mofa y las burlas son consecuencia de su escaso caudal, que más que río es un arroyo, y si en algunas zonas tiene aspecto de río es gracias a unas presas artificiales que controlan su caudal haciéndolo parecer un río de verdad. A más de uno esas presas le provocan más de una carcajada.

Pese a ser un río bastante mediocre, muchos personajes le han dedicado alguna gloriosa frase para la posteridad como Francisco de Quevedo que lo citaba en uno de sus poemas así: "Manzanares, Manzanares, arroyo aprendiz de río" o Luis de Góngora, enemigo a muerte de Quevedo, que también le dedicó un soneto:

Duélete de esa puente, Manzanares;
mira que dice por ahí la gente
que no eres río para media puente,
y que ella es puente para muchos mares.
Hoy, arrogante, te ha brotado a pares
húmedas crestas tu soberbia frente,
y ayer me dijo humilde tu corriente
que eran un marzo los caniculares.
Por el alma de aquel que ha pretendido
con cuatro onzas de agua de chicoria
purgar la villa y darte lo purgado,
me di ¿cómo has menguado y has crecido?
¿cómo ayer te vi en pena, y hoy en gloria?
Bebióme un asno ayer, y hoy me ha meado.


También Tirso de Molina: "Como Alcalá y Salamanca tenéis, y no sois colegio, vacaciones en verano y curso sólo en invierno" e incluso Alejandro Dumas, cuando visitó Madrid una aguadora le ofreció un vaso de agua, Dumas devolvió el vaso a la aguadora medio lleno diciéndole que arrojase el agua que sobraba al Manzanares ya que el río la necesitaba más que él.

Pero también el Manzanares fue inmortalizado por uno de los más grandes pintores de la historia como Francisco de Goya en su cuadro, Baile a orillas del Manzanares, Goya además de pintar el río, vivió en la Quinta del Sordo, una finca situada a orillas del Manzanares.
No todo fue arte y poesía para el Manzanares, el urbanismo fue uno de sus mayores enemigos, le apartaron de la ciudad poniéndole en sus riberas una gran autopista, incluso hubo planes que pensaron soterrarlo, algo que afortunadamente no se hizo.
Además de la autopista, en los años 70 el río estaba contaminado, recuerdo haber visto al pobre Manzanares cubierto con una espuma blanca producto de la contaminación cuando era pequeño.

En los años ochenta del siglo pasado las aguas el Manzanares se depuraron, todos vimos con alegría como a sus aguas volvieron los peces, patos e incluso gaviotas y cormoranes, especies totalmente ajenas a las aguas fluviales pero que llegaron a Madrid, sabedoras de que en Madrid todo el mundo es bienvenido, seas de donde seas.
Recientemente las obras del proyecto Madrid Río está devolviendo poco a poco el protagonismo al río, allí, donde antes había una autopista y coches hoy hay un gran parque para uso y disfrute de todos los madrileños.

El Manzanares es un río que soporta sin rechistar las bromas y el maltrato pero, en ocasiones, también se enfada, más de una vez se desbordó provocando algunas muertes y muchos daños, pero normalmente se porta bien, prueba de ello es que desde el Paleolítico sus orillas fueron habitadas por los primeros madrileños, Madrid nació gracias a él, posteriormente sus aguas dieron de beber a los madrileños, lavaron sus ropas y mucho más tarde sirvió de línea defensiva durante la Guerra Civil.

Hoy podemos pasear a su lado, disfrutando del paisaje y recordando a tantos personajes que en este río encontraron inspiración.