Castizamente a los madrileños nos llaman gatos, el motivo de este apelativo hay que buscarlo en el año 1085, año en que, por enésima, vez las huestes cristianas intentaban apoderarse de Madrid (Mayrīt) que era musulmán. Madrid era un punto clave para la reconquista de Toledo y por eso el empeño de los reyes cristianos en apoderarse de Madrid.

Después de muchos intentos, las murallas de Madrid se hacían inexpugnables. En 1085 los guerreros del rey Alfonso VI de Castilla tenían sitiado Madrid pero no había forma de franquear las murallas. Uno de aquellos guerreros, un joven que casi era un niño, por su propia cuenta se puso a trepar por las murallas ante el asombro de todos. Al ver cómo subía con la agilidad propia de un felino, los cristianos empezaron a exclamar, ¡parece un gato!
El joven alcanzó su objetivo y arrancó el estandarte de la media luna y colocó el estandarte cristiano, dando paso a sus compañeros a la toma final de Mayrīt.
El joven y sus descendientes tomaron el nombre de Gato y en honor a aquella hazaña a los madrileños se les llama gatos.

La imagen corresponde al cuadro de Goya, Riña de Gatos, que podemos ver en el Museo del Prado.
La imagen de dos gatos riñendo nada tiene que ver con el follón montado entre Gallardón y Aguirre