En casi toda Europa, las leyendas están plagadas de seres fantásticos como duendes o hadas, en España también tenemos leyendas con estos seres, pero no son muy comunes. En las leyendas españolas abundan los seres monstruosos, las fuentes mágicas y las cuevas habitadas por las ánimas en pena de moras enamoradas de un cristiano que encontraron la muerte de forma trágica. En Madrid, en la zona de la Pedriza hay una de esas cuevas.

Cuenta la leyenda que un moro muy rico vivía en los alrededores de La Pedriza, el moro tenía una sola hija muy hermosa, para él su mayor tesoro.
En aquellos tiempos, moros y cristianos vivían en continua disputa y las relaciones entre unos y otros siempre eran tensas y conflictivas.
Un buen día, un joven cristiano conoció a la hija del moro rico, fue un amor a primera vista, un amor imposible ya que estaba prohibido cualquier relación y mucho menos amorosa, entre moros y cristianos.
A la joven pareja poco les importaron las prohibiciones, así que se las arreglaron para poder verse a escondidas. Casi todas las tardes se veían en una cercana cueva de la rocosa zona.

Unos meses más tarde, las misteriosas idas y venidas de la joven mora empezaron a mosquear a su padre, sospechaba algo, así que decidió espiar a su hija. Una tarde la joven salió de casa directa a la cueva donde quedaba con su amado cristiano, sin percatarse que tras ella iba su padre que, como un lince, sigiloso y oculto entre la maleza seguía sus pasos.
Al llegar a la cueva el moro no daba crédito a sus ojos, ¡su hija y el cristiano amándose!, sin poder reprimirse, el moro entró en cólera y se llevó a la chica a la casa para encerrarla sin permitirle salir a la calle hasta el día de su boda, que debía ser con un musulmán, no con un cristiano.

El joven cristiano al ver a su amada cautiva marchó a tierras del sur para luchar contra los moros, pasaron los meses y la mora cautiva y el cristiano guerreando, no dejaban de pensar el uno en el otro hasta que un buen día, el cristiano regresó de las tierras del sur y volvió a la Pedriza. La noticia llegó a oídos de la joven mora que al enterarse de la llegada de su amado hizo todo lo posible para poder verle.
No se sabe cómo pero la joven pareja se citaron en la cueva en la que solían verse, allí pasaron la tarde besándose y amándose pero aquellos minutos de felicidad duraron poco, el padre de la mora, al ver que su hija no estaba en casa y sospechando que su hija estaría con el cristiano, mandó a sus criados en busca de la joven, éstos al sorprenderla con el cristiano en la cueva, entablaron una lucha en la que el joven cristiano llevó la peor parte, le clavaron una daga en el corazón, matándole en el acto.
La hermosa mora horrorizada al ver como su amante se desplomaba al suelo en un charco de sangre salió corriendo enloquecida hasta un risco cercano a la cueva y allí se suicidó tirándose al vacío.

Se cuenta que la víspera de la muerte de la joven pareja, el alma en pena de la mora vaga por la zona pudiéndose escuchar sus gritos y lamentos hasta el amanecer.