En el siglo XIX muchos viajeros del norte de Europa visitaban España buscando la imagen romántica y exótica del bandolero, la odalisca y el inquisidor en unas tierras abrasadas por el sol, tal y como ahora algunos turistas vienen a España pensando que la población española se divide en dos, toreros y flamencas. Mucha culpa de esta imagen la tenemos nosotros mismos, siempre hemos sido un país bastante dado al autoaislamiento, algo que afortunadamente pasó a la historia.

Uno de esos viajeros románticos fue el escritor danés Hans Christian Andersen que vino a España en 1862 para recorrerla en tren. Fue su primera visita a nuestro país y de aquel recorrido escribió un libro titulado, Viaje por España.
Evidentemente el choque cultural entre las frías tierras danesas y las cálidas españolas en aquella época debió ser brutal y a juzgar por sus escritos al danés no le gustó mucho nuestro país.
Hans Christian Andersen también pasó por Madrid, precisamente su visita a Madrid coincidió con una nevada, algo que el danés no esperaba de la tórrida España, esto es lo que escribió.

Capital de España ¡ay, no,
qué ajada te me muestras!
De lo que te hacía española,
¡qué poco conservas!
Te pareces a Viena o a París,
no eres más España;
del norte, las nubes frías
en ti se ensañan.
Gris, húmeda, enlodada y cruel,
así eres tú.
¿En el norte días fríos y enlodados?
¡Ja, ja ja!
Peor los estoy pasando yo en Madrid,
¡capital desierta!
de española ¿qué te queda, di?


Al escritor tampoco le gustó mucho Madrid, sólo le dedicó unas palabras de entusiasmo a un pequeño monumento, casi invisible que está en la Plaza de las Cortes, se trata del monumento dedicado a Miguel de Cervantes.
Unas palabras en las que también critica a los españoles.

"La estatua que ante nosotros tenemos caminó en carne y hueso un día por la tierra, fue un rey del ingenio cuyas obras iluminaron todo el orbe culto; su memoria es una bendición. Con toda la facultad de su fuerza viril arrastró cadenas de esclavo; por su patria, por España, sacrificó en la lucha su brazo izquierdo; y sus contemporáneos le dejaron pasar hambre y miseria, le trataron con indiferencia, no supieron reconocer y apreciar su valía"