Uno de los personajes más extraños, queridos, temidos y odiados en el Madrid del siglo XIX era una monja llamada María Josefa de los Dolores Anastasia, conocida como Sor patrocinio o "la monja de las llagas". Una monja que hacía milagros, tenía visiones, le salían las llagas de Cristo, viajaba con el Demonio y encima era muy influyente en la política gracias a su relación con la reina Isabel II. Sin duda, una mujer realmente extraña que merece la pena recordar.

La vida de Sor Patrocinio es, desde su nacimiento, extraña y misteriosa. Nació en un 27 de abril de 1811 en medio de un pinar de la provincia de Cuenca, nada más nacer fue abandonada, no se sabe el motivo por el que la madre la abandonó, parece ser que en una huida por persecución política, los hechos se desarrollan casi en el final de la Guerra de la Independencia y sus padres de ilustre abolengo venidos a menos, prestaban servicio en la Corte.
La recién nacida quedó allí tendida, en medio del campo, pero la casualidad, o no, hizo que su propio padre, que también huía, la encontrase. Éste, sin saber que aquella niña era su hija la recogió y más tarde la dejó al cuidado de una nodriza.

En 1826, sor Patrocinio ingresó en el convento madrileño de las Comendadoras de Santiago, tres años después, en 1829 vestiría el hábito de la Orden Concepcionista en el convento madrileño del Caballero de Gracia donde tendría su primer estigma, una llaga en un costado.

El 20 de mayo de 1830, el día de la Ascensión, Sor Patrocinio apareció, dicho de una manera vulgar, hecha un Cristo, le habían salido estigmas en manos y pies además de llagas sangrantes en la frente.
Ese mismo año, dos días antes del Corpus, la estigmatizada monja bajaba por unas escaleras del convento y entró en éxtasis. En ese momento, un Cristo que había pintado en uno de los cuadros que había en las escaleras le habló, pero aquí no acaba la cosa, al año siguiente, se le apareció la Virgen María.

En 1833 muere el Rey Fernando VII y deja a su esposa María Cristina como regente, poco faltaría para que estallasen las guerras carlistas, la situación política en España estaba envenenada, como siempre y Sor Patrocinio, que no paraba de hacer política, a su manera, sería acusada de "una impostura artificiosa y fanática y una tentativa de subvenir el Estado y favorecer la causa del príncipe rebelde". Parece ser que en uno de sus éxtasis el mismísimo Diablo la sacó de su celda y la llevó al camino de Aranjuez, fue allí donde el Demonio le dijo que "María Cristina era una mala mujer en todo sentido, y que su hija (Isabel II) no era ni podía ser reina de España". Dicho esto, el Diablo, que será malo pero no deja de ser un caballero, agarró a la monja y volando la dejó en el convento de donde le había sacado, concretamente en la azotea.
Finalmente, Sor Patrocinio fue tratada de loca, le curaron las llagas y la desterraron "a 15 leguas lo menos de Madrid" durante casi ocho años, en los que tuvo tiempo hasta para escribir un libro.

En 1840 Isabel II es declarada mayor de edad y curiosamente, cuatro años después, por Real Decreto, Sor Patrocinio vuelve a Madrid donde alcanzó una enorme influencia, sus visiones, sus éxtasis y su capacidad de profetizar fueron una buena herramienta para conseguir grandes cantidades de dinero que empleaba en la fundación de conventos. Este trato de favor tenía también consecuencias negativas, mucha gente la odiaba, tanto es así que fue víctima de un atentado del que milagrosamente salió ilesa.

Liberales, progresistas, masones, todos los que tenían aspiraciones políticas atacaban por todos los frentes a "la monja de las llagas" fue criticada, perseguida y nuevamente desterrada, a Badajoz en 1849, a Roma en 1852, a Benavente en 1855 y a Francia en 1868, destierros en los que la monja no perdía el tiempo y seguía fundando conventos.

El 27 de enero de 1891 fallece en un convento de Guadalajara a los ochenta años y con un proceso abierto de beatificación y canonización.