Un día como hoy hace exactamente doscientos años, se produjo en Madrid la escena que Francisco de Goya inmortalizó en su cuadro Los Fusilamientos del Tres de Mayo, que podemos admirar en el Museo del Prado de Madrid.

Este episodio ocurrió en la noche del dos al tres de mayo de 1808, el lugar es la colina del Príncipe Pío, pero, según estudios recientes, los hechos pudieron ocurrir en lo que hoy es la Plaza de España.
Aquella noche murieron fusilados 43 madrileños acusados de sublevarse contra los franceses, cuyos restos reposan en el Cementerio de la Florida.
Se dice que Goya fue testigo directo de estos fusilamentos, algo que no se puede comprobar y que tiene más de leyenda que de realidad.

Los inmortalizados por Goya no fueron los únicos fusilados, durante los días dos y tres de mayo de 1808, más de doscientos madrileños fueron fusilados. El mariscal francés Joaquín Murat, comandante del ejército y gobernador de Madrid, ordenó reprimir el levantamiento popular con la máxima contundencia, prueba de ello, su diario en el que escribió:

El pueblo de Madrid se ha dejado arrastrar a la revuelta y al asesinato... Sangre francesa ha sido derramada. Sangre que demanda venganza.

Los madrileños fusilados aquella noche no pudieron ser enterrados hasta diez días después, los franceses tomaron esta medida para así amedrentar a las gentes consiguiendo el efecto contrario, la ira y el odio de los madrileños y de toda España.