En la misma Puerta del Sol, haciendo esquina con la calle Alcalá se encontraba el mítico Hotel París y, además, uno de los cafés más animados y frecuentados por bohemios, el Café de la Montaña.
Fue en este lugar donde el escritor Ramón del Valle-Inclán perdió su brazo en una batalla, no en una batalla contra los turcos como el brazo que perdió Cervantes, fue una batalla dialéctica que acabó a golpes.
En 1899, en el Café de la Montaña se encontraba Valle-Inclán con otros contertulios, entre ellos el cronista Manuel Bueno. En un determinado momento empezaron una discusión sobre un duelo que se iba celebrar entre un aristócrata español y un portugués, era un tema de actualidad que estaba en boca de todo Madrid.
La discusión llegó a un extremo que Valle-Inclán, muy excitado, se atrevió a llamar majadero a su contrincante, Manuel Bueno. Llamar majadero a alguien en aquella época era lo peor, hoy majadero ha sido relegado por otros insultos más burdos y de espantosa fonética.
Manuel Bueno se sintió muy ofendido y amenazó a Valle-Inclán con su bastón y el escritor a éste con una botella de agua. En un determinado momento y para evitar el botellazo, Manuel Bueno dio un bastonazo a Valle-Inclán en el brazo izquierdo, poniendo fin a la acalorada disputa ya que ambos fueron sacados a la calle por el resto de los contertulios.
Valle-Inclán fue a la Casa de Socorro para que le hicieran una cura, el gemelo de la camisa se le había clavado en el brazo y sangraba en abundancia.
Días después, el escritor sentía cada vez más molestias en la herida, no le prestó importancia hasta que el dolor ya era insoportable. Al acudir de nuevo al médico éste no pudo hacer nada por el brazo, la herida estaba infectada y había gangrena, la única solución era la amputación.
Un tiempo después, Vale-Inclán se reuniría de nuevo con Manuel Bueno en el Café de la Montaña, esta vez para hacer las paces, le dijo que lo pasado pasado está y que todavía conservaba el brazo derecho para estrecharle la mano. Todo un ejemplo de caballerosidad.