Dos imperios…

El español llegando a su fin y el francés, en plena expansión.

El pasado domingo por la mañana, más de 500 personas de varios países representaron la Batalla de Somosierra en el mismo escenario histórico en el que hace 200 años las tropas francesas y la caballería polaca al mando de Napoleón, aplastaron a los españoles que intentaban cortar el paso a la tropas invasoras que pretendían tomar Madrid.

La mañana amenazaba lluvia, en el campamento donde se encontraba la tropa se hacían los últimos preparativos para la contienda. Unos descansaban, otros bebían vino Don Simón y otros ponían a punto sus armas.
Franceses, españoles, polacos e italianos compartían el campamento, juntos, con muy buen rollo y con camaradería, algo impensable doscientos años atrás.

A eso de las doce, las tropas homenajearon a los caídos en la batalla depositando una corona de laurel en la ermita del pueblo, donde se encuentran unas placas que recuerdan a los que murieron en la contienda.

Ya en el campo de batalla la lluvia hizo acto de presencia, afortunadamente, se declaró una tregua en los cielos y pudimos disfrutar del espectáculo.
Los españoles preparados para el ataque en las baterías colocadas en lugares estratégicos para evitar la entrada de las fuerzas invasoras.

El ambiente se caldeaba con los tambores y los primeros cañonazos. ¡Muerte al gabacho! ¡Muerte al tirano!, gritaban los españoles. En ese momento, los cánticos de guerra de los franceses se mezclaban con los de los españoles.

Poco a poco las tropas napoleónicas avanzaban hacia las baterías españolas en un avance lento ya que eran repelidos por los españoles.

Finalmente, Napoleón dio la orden de ataque a la Caballería Ligera Polaca, éstos, en un ataque suicida, se lanzaron a la carrera pasando a cuchillo a los españoles.
Hubo muchas bajas, muchos polacos murieron en el ataque y los españoles capturados eran inmediatamente fusilados, sus últimos gritos y aliento fue para lanzar vivas a España.


Las últimas baterías españolas aguantaron el ataque, hasta que poco a poco las banderas con la cruz de Borgoña fueron sustituidas por la tricolor francesa, dejando vía libre a las tropas invasoras.

Al final, el mismísimo Napoleón subido a su caballo se paseó por el campo de batalla, entre los cadáveres. Orgulloso de su victoria, Napoleón estaba convencido de que España por fin era suya, no imaginaba lo que unos años más tarde ocurriría.

Cuenta la leyenda que cuando Napoleón entró en el Palacio Real de Madrid, al subir por la escalera de la entrada, flanqueada por unos leones, símbolo de España, puso la mano sobre la cabeza de uno de ellos y dijo: ¡España, ya eres mía!.

Sirva esta entrada para felicitar a todos los que ayer nos hicieron revivir aquel episodio histórico, por su simpatía, amabilidad y su profesionalidad.
También quiero aprovechar para rendir homenaje a los caídos por España aquel 30 de noviembre de 1808 y para que, nosotros, los descendientes de aquellas gentes, ayer enemigos y hoy compañeros, socios y amigos sigamos juntos en esta Europa nuestra.