El mes pasado el Ayuntamiento de Madrid dio a conocer la nueva normativa municipal, una de las novedades, fue la prohibición de los “hombres-anuncio” alegando que se trataba de una práctica denigrante para la persona.

En Madrid, los hombres-anuncio que hay son en su mayoría gente inmigrante que se busca la vida de esta manera, todo el día en la calle con un cartel en el pecho y otro en la espalda anunciando unas determinadas empresas que se dedican a la compra y venta de oro.
No hace falta pensar mucho para darse cuenta de la terrible situación que se presenta a esta gente. De golpe y plumazo, se acaba con la que puede ser, su única forma de ganarse la vida y mucho peor en estos tiempos de crisis.

Nuestros gobernantes no sé que entenderán por denigrante, a mí denigrante me parece ver a mendigos tirados en las calles, o los que buscan comida en la basura, o los que muestran lo cruel que es la vida con algunos, como el hombre que pide en Sol con un vaso de plástico en la boca porque no tiene brazos con los que agarrar el vaso con el que pide.
Denigrante es que el gobierno de la nación solucione el problema de la inmigración transportando a los africanos que llegan en patera desde Canarias a la península, dejándolos en Madrid, sin papeles, sin sustento y condenados a vivir fuera de la Ley.

Pero la moral de nuestros gobernantes va más allá. Estos días tenemos nueva polémica, parece ser que empresas y medios de comunicación de la Comunidad de Madrid no han querido publicitar, como acostumbran, en marquesinas de autobús y otros soportes publicitarios, la ya subvencionada película española Diario de una Ninfómana por culpa de este cartel.

Se han presentado varios carteles modificando la imagen para ver si estas empresas cambiaban de parecer, pero los cambios no han servido de nada, parece ser que la palabra ninfómana es el gran problema.

Vivimos en una sociedad en la que enciendes la tele y en una hora haciendo zapping has podido ver más de 40 asesinatos, 15 violaciones, 500 imágenes de sexo, infinidad de palabrotas a cual más soez. Abres un periódico, cualquiera, y la sección de anuncios está repleta de anuncios de prostitutas que detallan todo tipo de servicios, incluso especificando lo que se tragan y lo que se comen.

Nuestros gobernantes, ¿también regularán todo esto? Ciertamente esto último suena a demagógico y populista, puede ser, entonces, hagamos otra pregunta, ¿el gobierno se ocupará de erradicar por denigrante y escandaloso a las prostitutas de todas las razas que abundan por muchas calles de Madrid? ¿no es denigrante y escandaloso ver a mujeres con el pecho al aire haciendo gestos obscenos a los hombres que pasan por la calle, incluso en la turística y glamurosa Gran Vía?

Es posible que si los políticos saliesen más a la calle se darían cuenta de que lo denigrante, lo miserable y lo sórdido no está en un cartel de cine o en un hombre-anuncio, está en las calles de su ciudad.
Invito a nuestros gobernantes a que antes de querer dar lecciones de moral se den una vuelta por la ciudad, así evitarán los excesos liberticidas, en nombre de SU moral.