En la actual plaza de Pedro Zerolo, anteriormente llamada plaza deVázquez de Mella y mucho antes la plaza de Bilbao, hubo un convento bajo la advocación del Cristo de la Paciencia de Nuestro Señor, que fue fundado en 1639 por Felipe IV y su esposa gracias a un terrible suceso.

La historia se remonta a mediados del siglo XVII, cuando llegaron a Madrid unos judíos portugueses que se instalaron en una casa de la cercana calle Infantas donde, además, abrieron un pequeño negocio. Los judíos, conscientes de que profesar la religión judía era motivo más que suficiente para ser denunciado a la Inquisición, tomaron las medidas pertinentes para no levantar sospechas, por este motivo, entre otras medidas, colocaron un crucifijo en el negocio, como era costumbre entre los cristianos viejos.

Pese a las precauciones tomadas, poco tiempo después de su llegada a Madrid, fueron detenidos y acusados de reunirse en secreto dos días a la semana con otros judíos que vivían en la clandestinidad, para azotar y humillar al Cristo por pura diversión.

El escándalo se desató cuando uno de los hijos de estos judíos, al ser regañado por su profesor por no asistir a clase, no se le ocurrió otra cosa que inventarse una historia absurda y peligrosa, le dijo al maestro que no podía ir a clase porque sus padres le obligaban a humillar al Cristo crucificado. El maestro, escandalizado, no lo dudó un momento en denunciar el caso al Tribunal de la Santa Inquisición, quienes no tardaron en presentarse en la casa de los judíos para apresarles.

Tras ser sometidos a un duro interrogatorio, un total de seis personas fueron acusadas y juzgadas en el auto de fe celebrado en la Plaza Mayor el 4 de julio de 1632. Aquel caluroso día de julio, los judíos, junto a otras personas acusadas de hechicería y poligamia, escucharon los cargos y la pena que les habían impuesto. Seis de estos judíos, tres hombres y tres mujeres fueron condenados a la pena máxima: la hoguera.


Poco tiempo después de aquel terrible juicio, la casa donde vivieron los judíos fue demolida y, por iniciativa de la reina, se construyó en el solar que ocupaba el convento de los Capuchinos de la Paciencia de Cristo Nuestro Señor. El convento estuvo habitado durante muchos años, hasta que fue arruinado por las tropas napoleónicas. Tras la expulsión de los franceses, el convento se mantuvo operativo hasta la desamortización de Mendizábal, momento en el que el convento, como otros edificios religiosos de toda España, fue abandonado y finalmente demolido en 1837. Actualmente su lugar está ocupado por un edificio de viviendas.