Periódicamente las ciudades se ven invadidas por imágenes o frases de campañas publicitarias que provocan diversas reacciones en la gente y, en algunos casos, son titulares en los medios de comunicación por las reacciones que han provocado.
Los publicistas saben perfectamente que una campaña publicitaria impactante puede provocar reacciones extremas en la gente, que van más allá de las bondades del producto que quieren anunciar.
Las campañas publicitarias “impactantes” suelen tocar temas morales, sin olvidar el sexo, llevándolas a los límites o pasando la línea de la moralidad o permisividad de puede tolerar una determinada sociedad.
Recientemente en Madrid hemos vivido algunas polémicas de este tipo. Una de ellas fue el famoso “Dios no existe” que pudimos ver en los autobuses de la ciudad y que provocó que apareciesen otros carteles en los que se decía que Dios sí existía.
Tampoco se libró el cine de la polémica, una película llamada Diario de una Ninfómana y que su cartel publicitario era una mujer en ropa interior acariciando su sexo con la mano fue prohibido en las estaciones de metro porque algunos lo consideraron obsceno.
Estas polémicas ocurren en todo el mundo, la última en Nueva York. Parece ser que una inmensa valla publicitaria en la que aparecen dos chicos y una chica con el torso desnudo y en una actitud cariñosa ha provocado la indignación de muchos neoyorquinos que ven esa valla publicitaria demasiado erótica, incluso pornográfica.
Posiblemente si esa valla publicitaria de Nueva York se pusiese en Madrid nadie se escandalizaría, casi me atrevería a decir que son habituales en nuestra ciudad.
Con esto no quiero decir que los neoyorquinos son unos retrógrados y los madrileños muy liberales, cada sociedad tiene sus propios valores pero resulta curioso cómo los publicistas saben muy bien donde tocar para sacar provecho.
¿Qué es lo que nos escandaliza a los madrileños?