Un año más, el centro histórico de Madrid se ha visto invadido por 600 preciosas ovejas merinas, junto a otros animales, en la Fiesta la Trashumancia, un acto festivo pero también reivindicativo.

La trashumancia consiste en el desplazamiento de ganado extensivo a diferentes zonas del país en busca de buenos pastos, esto ocurre desde hace cientos de años.
Los animales tienen unas rutas determinadas que se llaman cañadas reales, que son unas vías pecuarias que se distribuyen por toda España y forman una red de más de 1.000 kilómetros, varias de ellas pasan por Madrid.

Las cañadas reales están protegidas por ley pero, por desgracia, muchas de ellas están perdiéndose, la fiesta de la trashumancia es una hermosa manera de reivindicar estas vías pecuarias.

Como en toda fiesta, la música no faltó desde primeras horas de la mañana. Gentes de diferentes puntos de España, vestidas con sus trajes típicos, cantaban y bailaban antes de la llegada de las protagonistas de la fiesta, las ovejas.

A eso de las doce y pico, ante la inminente llegada de las ovejas, los pastores empezaron a desfilar por Madrid.

Los primeros en abrir la comitiva animal fueron los bueyes, unos preciosos y gigantescos animales que tiraban de carros cargados con maderos y que, minutos antes, habían sido acariciados e incluso besados, por mucha gente que quería hacerse fotos con ellos.

Finalmente llegaron las estrellas del día, las ovejas merinas que tanto nos gusta ver por Madrid y que, mañana aparecerán en todos los periódicos. Aquí están unas fotos hechas a pie de oveja, unas fotos no exentas de riesgos, una de ellas casi salta sobre mí.

Después de las ovejas vinieron las vacas, como es habitual, alguna que otra se puso chula e hizo amago de atacar a la gente.

La marcha terminó con un numeroso grupo de pastores a caballo.



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