Una de las joyas escondidas de Madrid se encuentra en el Barrio de las Letras, se trata de la iglesia del Convento de las Trinitarias Descalzas de San Ildefonso, conocido vulgarmente como las Trinitarias de Cervantes, situado en la calle Lope de Vega número 18.

El motivo por el que se alude a Cervantes es porque allí está enterrado, junto a su esposa. Sus restos se perdieron con el derribo de la primera capilla, quizás en el futuro se encuentren pero, por ahora, no se sabe dónde están.

El convento se fundó en 1612 y la primera iglesia fue levantada en 1641 pero, por la mala calidad de los materiales se derribó y se volvió a edificar una nueva en 1673.
Al tratarse de un convento de clausura, el acceso al convento no está permitido, sólo se puede entrar a la iglesia y en determinados momentos. Se puede visitar un poquito antes o después de la misa, algo que condiciona un poco la visita pero que merece la pena.

En este convento estuvo la hija de Miguel de Cervantes y la hija de Lope de Vega, curiosamente, a esta última se le permitió asomarse por una ventana sólo un día, el del entierro de su padre. La comitiva funeraria de Lope de Vega hizo un alto a las puertas del convento para que su hija le diese el último adiós desde el interior, ¡terrible!

Para acceder a la iglesia hay que ir a la fachada principal, en ella hay tres arcos y en el centro un relieve con la imposición de la casulla a San Ildefonso, a los lados dos escudos de los marqueses de La Laguna, fundadores del convento.

Al atravesar los arcos, entramos en el vestíbulo, aquí podemos ver un torno, un primitivo sistema de comunicación con el exterior que todavía perdura en este convento de clausura. Una vez dentro de la iglesia, descubrimos la rica decoración barroca del interior que, nada tiene que ver con la austera fachada del convento.

Por suerte, este convento se salvó del derribo gracias a Real Academia de la Lengua que, por la relación que tuvo Cervantes, hizo lo posible para evitar su derribo.