La cara oculta de la ciudad

Por EMNM | 5/21/2012

Adictos a la morfina drogándose en una vieja alcantarilla de Madrid


Todas las grandes ciudades tienen una cara oculta, la que nadie quiere ver y Madrid no es una excepción.

Todos los días en la glorieta de Embajadores se reúnen decenas personas en un estado lamentable, consumidos por la enfermedad y las drogas. Estas personas acuden a este punto de la ciudad para encontrar las denominadas “cundas”, que no son otra cosa que coches particulares que llevan a los drogadictos a los “supermercados” de las drogas por un precio acordado. Los vecinos de la zona llevan años quejándose y parece que últimamente la presencia policial es mayor, pese a ello, el negocio de las “cundas” no sólo no ha desaparecido sino que se ha extendido a las calles aledañas para suplicio de los vecinos.

El trapicheo de drogas en la ciudad no es nada nuevo, ya en los años treinta del siglo XX una de las drogas más comunes en las calles era la morfina, que provocaba los mismos daños que las drogas actuales a las personas que las consumían. Uno de los supermercados de la droga de los años treinta se encontraba en la Plaza de Santa Ana, por allí pululaban los pequeños traficantes que distribuían la morfina a los consumidores. La mayor parte de las veces los responsables de su venta eran doctores y farmacéuticos corruptos que veían en esta venta ilegal una magnífica manera de ganar un dinero extra.

En un artículo publicado en 1930 en la revista Estampa, un reportero de la época se adentra en este oscuro mundo y de la mano de un consumidor de morfina, relata con todo lujo de detalles el día a día de un adicto a la morfina. Habla del mundo del narcotráfico que, curiosamente no se diferencia mucho al de la actualidad. El artículo también aporta datos curiosos, como que los drogadictos llamaban “lonja” a la Plaza de Santa Ana, que un gramo de morfina costaba ocho pesetas, un dineral para la época o que los rateros encargados de vender la droga nunca la consumían.

Lo que tampoco ha cambiado en todo este tiempo es el drama personal, social y familiar que acarrean los consumidores de droga ya sea en el siglo XX o en el siglo XXI.

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Foto: Estampa año 1930