¿Hay una tapa o aperitivo más español y más típico en Madrid que las patatas bravas? bueno, sí, hay muchos más pero las patatas bravas son uno de los aperitivos más populares en Madrid, además de ser una tapa barata y rica, más si las acompañamos con una caña de cerveza.

Las patatas bravas son muy sencillas de hacer, sólo hay que cortarlas a tacos, freír en aceite de oliva muy caliente y añadir salsa brava al gusto.
Esta tapa tan sencilla y tan popular está en peligro de extinción, el motivo no es otro que la incomprensible y absurda manía que tienen los hosteleros de poner una salsa, que ellos llaman brava pero que no es otra cosa que una salsa de tomate ligeramente picante.
Las patatas bravas se llaman así porque la salsa que llevan es picante, ¡muy picante! no una simple y anodina salsa de tomate. Pese a lo que muchos creen, sobre todo los extranjeros, a los españoles no nos gustan las comidas picantes y este es el motivo por el que los hosteleros cada día hacen la salsa brava más suave.
Cada vez que pido una ración de bravas y, para mi disgusto, veo que la salsa es de todo menos brava, suelo preguntar al camarero el motivo de que no pique la salsa, la respuesta es siempre la misma, me dicen que la gente protesta si la salsa es muy picante. Este parece ser el principal motivo por el que desde hace unos años las bravas ya no pican.
En mi opinión esto es una cesión intolerable, se empieza cediendo en esto y se acaba Dios sabe cómo. Si a la gente no le gusta el picante pues que no pidan una de bravas, que pidan otra cosa ¡será por tapas!
Desde aquí hago un llamamiento a los hosteleros para que las patatas bravas vuelvan a ser eso, bravas. 

¡Salvemos las patatas bravas!




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