Esta mañana, a eso de las once, se habían reunido unos grafiteros en la calle Hortaleza, dispuestos a pintar en la fachada de las antiguas Escuelas Pías de San Antón. Según me dijo uno de los grafiteros, tenían permiso para pintar pero no me quiso decir ni el motivo ni el fin de las pintadas, ¡sorpresa! Pasados unos minutos la policía hizo acto de presencia para impedir a los grafiteros pintar en la fachada.
Por la tarde, los grafiteros, ya con el permiso de la policía, casi habían terminado su trabajo, una serie de dibujos en las cegadas ventanas del edificio, como se puede ver en la foto.
Este es uno de los pocos casos en los que los grafitos callejeros no molestan ni deterioran el patrimonio público y privado, decorando una fachada horrorosa y eternamente en obras. A ver si otros toman ejemplo.
-ACTUALIZACIÓN-
Parece ser que los grafitos son una iniciativa de varios colectivos de grafiteros con la mediación de Izquierda Unida.
De una manera acertada, a mi juicio, los grafiteros reivindican el grafito artístico sin dañar el patrimonio ni dañar visualmente.
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