Esta semana hemos celebrado el bicentenario del nacimiento de uno de los personajes ilustres de Madrid, el escritor y periodista Mariano José de Larra.

Como todo el mundo sabe o debería saber, Larra se suicidó cuando sólo contaba con 28 años. De su desgraciado matrimonio con Josefa Wetoret tuvo tres hijos, un varón y dos mujeres. Una de ellas, la más pequeña se llamaba Baldomera, un horrible nombre para una mujer muy “lista” a la que se le atribuye el invento de la estafa piramidal, mucho antes de que Bernard Madoff provocase la mayor estafa piramidal de la historia.

Doña Baldomera Larra Wetoret no llegó a conocer a su padre, Larra se suicidó poco antes de nacer ella. Cuando ya era una mocita se casó con un médico de la Casa Real llamado Carlos de Montemayor. Al coronarse Alfonso XII, el marido de Baldomera decidió abandonar el puesto y se largó a Cuba, abandonando a su esposa.

Baldomera vio como de la noche a la mañana su vida se iba al traste, pero las penalidades económicas agudizaron su ingenio y tuvo una gran idea.
Un buen día Baldomera acudió a una conocida para pedirle una onza de oro con la promesa de devolverla por partida doble, como así fue, al poco tiempo Baldomera devolvió a su amiga la onza de oro prestada más otra onza de oro por los intereses.
La voz se corrió por todo Madrid y había palos por prestar dinero a Baldomera, a nadie le amargaba la idea de prestar dinero si al poco tiempo la cantidad prestada iba ser devuelta por partida doble.

Al poco tiempo Baldomera se hizo con una pequeña fortuna que crecía como una bola de nieve. Con el dinero que le prestaban iba pagando a los “depositantes” más antiguos, creando lo que todos conocemos como estafa piramidal y que ella denominaba “caja de imposiciones”.

Baldomera se hizo muy popular y carismática, incluso la denominaron “madre de los pobres” pero no todo el mundo confiaba en ella, había gente que, con razón, cuestionaba el negocio de esta mujer. Cuando los escépticos le preguntaban cómo era posible mantener ese lucrativo negocio ella respondía “Es tan simple como el huevo de Colón” a las preguntas sobre las garantías en caso de quiebra respondía con un "¿Garantía?, una sola: el Viaducto*", tradicional lugar de los suicidas madrileños.

En diciembre de 1876 Baldomera desapareció del mapa con una verdadera fortuna. Nadie supo dónde fue, lo cierto es que dos años más tarde se descubrió que Baldomera vivía feliz en la vecina Francia bajo una identidad falsa.
Las autoridades solicitaron a Francia la detención y extradición, devuelta a España, acabó con sus huesos en la cárcel.

Seis años después, Baldomera salió de prisión y se le perdió la pista, nadie supo qué fue de ella, se cree que pudo ir a Cuba, otros dicen que acabó sus días en Buenos Aires.
Mucho ha llovido desde que Baldomera inventase esta estafa pero poco hemos aprendido, prueba de ello lo tenemos en los casos de Afinsa, Forum Filatélico o recientemente Madoff.


* El viaducto de los suicidas se encontraba en el mismo lugar que el actual que aparece en el post.