Empieza el 2011 y los madrileños, todavía resacosos de tanta fiesta, volvemos poco apoco a la rutina diaria. Cuando digo los madrileños, me refiero a los mortales porque, hay otros, que parece que todavía les dura la fiesta. Me estoy refiriendo a una legión de estatuas que, con sus gorritos y collares del cotillón, nos invitan a continuar la fiesta, creo que todavía no se han dado cuenta de que la Nochevieja ya terminó.

Así está el ángel del monumento a las víctimas del atentado de 1906 en la boda del rey Alfonso XIII.

No muy lejos, un ilustre madrileño aparece de esta guisa.

Sí, es Mariano José de Larra que parece que también se unió a la fiesta.

Ataulfo, uno de los reyes godos de la Plaza de Oriente también se fue de farra, véase el collar amarillo que lleva en su mano derecha.

Otro más, este seguro que es el que toca las palmas... sin comentarios.

Por lo que he podido ver esta mañana, sospecho que después de las campanadas, todas las estatuas de Madrid se fueron a celebrarlo a la Plaza de Oriente, justo a los pies de la estatua de Felipe IV, allí, hasta los leones lo pasaron en grande. Sólo hace falta que alguien les haga entrar en razón y vuelvan a la rutina, sin gorros, con mirada seria y sin narices de plástico.